lunes, 28 de junio de 2010

El extranjero

Volvió. Vestido de blanco haciendo contraste con su tez mestiza y caminando como si fuera el dueño del barrio.

El extranjero dice que pinta, pero lo cierto es que entra en las casas y se queda a vivir ahí un tiempo con la excusa de la pintura. O al menos eso hizo hasta hace unos meses.

Su mujer, una vecina de la vuelta, lo había echado de su casa. Por eso vivía en donde podía decir que pintaba y aunque pudiera terminar un trabajo rápidamente, lo estiraba hasta que supiera que tenía otra casa para pintar, otra casa para vivir. Además, guardaba su ropa en diferentes reductos ocultos del barrio (sótanos, terracitas desconocidas, departamentos abandonados en condiciones inhabitables).

Vivió casi dos años inventando problemas de secado de diferentes productos, pérdidas de agua en paredes  y otros eventos que alargaban su estadía en cada casa.

Hasta que la combinación de mentiras fue tal que ya no supo qué era verdad y qué no y empezó a confundirse: Pintó frentes bordó que debieron ser beige; marcos amarillos que debieron ser verdes; puertas azules que debieron estar barnizadas. La estética de los frentes del barrio corrió serios riesgos.

Ahí mismo se corrió la voz y tuvo que irse sin terminar muchos trabajos, porque la exasperación de los dueños de las casas era tan seria que con tal de no verlo nunca más, preferían no exigirle el trabajo correctamente terminado. En esa época se veían muchos dueños de sus casas colgados de andamios barnizando lucarnas de madera o pintando pérgolas en terrazas, un peligro.

Ahora pasea por Azcuénaga, saluda a los verduleros, los felicita por el triunfo de Argentina en el partido de fútbol. Sigue caminando y se queda charlando sobre fútbol con el de la mercería y el de la librería, como si fuera un vecino más que se fue y volvió para compartir con sus amigotes este gran momento del mundial.

Si su mujer no lo perdonó, ya lo tendremos devuelta diciendo que pinta.

martes, 22 de junio de 2010

Últimas imágenes del otoño






Collage en Gaspar Campos

Salí a caminar una de estas tardes brillantes. Iba (otra vez) por Gaspar Campos (altura Roca) cuando me encontré con esto que ven a la derecha.

"Un colectivo viejo -dirán- con una inscripción optimista que termina en publicidad. Parece que lo agarró la piedra", podrán agregar.

Puede ser. Todo puede ser. Pero miren la foto que sigue.


Tiene puertas de colectivo, espejo de colectivo, ventanas de colectivo y  techo de colectivo, pero no es un colectivo. Esta cortado. "¿Será un remolcador de colectivos?", se preguntarán.

No señores. (Vayan sabiéndolo) esto es obra de Gustavo.

Una parte colectivo viejo, otra parte remolcador de volquetes nuevo.

¿Qué tal este collage?

viernes, 18 de junio de 2010

Gustavo, un gnomo peligroso

Veo un gnomo entrar y salir del edificio. No viene seguido. No vive acá, pero de vez en cuando aparece. A veces también se toma algo en el Café de París. A veces compra algo en la farmacia. Pasea.

Actúa como si fuera una persona, parece una persona (o casi) pero es un gnomo resentido. Un peligro. Arma unos líos tremendos y nadie entiende porqué pasan esos accidentes que (yo sé) él causa.

Se mete en los departamentos y cambia de hora los relojes, o cambia cosas importantes de lugar, como por ejemplo los jabones o la pasta de dientes. Pero el sótano es su lugar preferido, desenchufa cables de los medidores y los enchufa en otro lugar y a Kika le llega una cuenta de luz que ni les cuento (por ejemplo). Otra vez hizo que se prendiera fuego el medidor de luz de La Bola de Oro. Arruinó un par de otros medidores y casi se queman todos los del edificio.

No parece divertirse. Todo lo hace con seriedad y porque sí (no porque le guste, sino porque no puede evitarlo). Parece tenér una sóla meta: molestar. Debe ser que se siente menos que el resto.

Claro, es petiso.

miércoles, 16 de junio de 2010

Kika escucha

A OC pelearse desde la cocina.
Al último tren alrededor de la una de la mañana y al primero alrededor de las cinco.
Las cortinas de La Bola de Oro cuando abren y cuando cierran.
Al diarero de las vías.
A los chicos haciendo cola a la madrugada para tomar el colectivo.
Los motores de los aires acondicionado de La Bola de Oro.
El extractor.
El tiqui tiqui de alguien rompiendo azulejos en algún lugar del edificio.
Otros motores que no sabe cuáles son ni de donde le llegan a sus oidos.

Ayer se lo decía a uno de sus hijos acá abajo: "Escucho todo. Quizá sea porque ahora el sótano está vacío y ahora todo resuena más".

Psicóloga. Rubia y alta. Tiene voz suave, nariz finita, la piel clara, el pelo corto (pero atado) y unos cincuentipico. La veo entrar y salir de este edificio siempre en pantalones. Cuando Abi y Ottito la ven pasar le cantan (sin que ella escuche, claro): "Kiiika ponete una pollera, Kiiika ponete una pollera".

domingo, 13 de junio de 2010

Nada

"Nada" era el tango que cantaba el señor en el Café de París el domingo pasado.

Viendo (y escuchando sobre todo) el video que sigue abajo van a poder disfrutar de una versión de piano. Más abajo les dejo letra, por si quieren cantarla para recrear un poco la escena de la esquina del pianista.




He llegado hasta tu casa...
¡Yo no sé cómo he podido!
Si me han dicho que no estás,
que ya nunca volverás...
¡Si me han dicho que te has ido!
¡Cuánta nieve hay en mi alma!
¡Qué silencio hay en tu puerta!
Al llegar hasta el umbral,
un candado de dolor
me detuvo el corazón.

Nada, nada queda en tu casa natal...
Sólo telarañas que teje el yuyal.
El rosal tampoco existe
y es seguro que se ha muerto al irte tú...
¡Todo es una cruz!
Nada, nada más que tristeza y quietud.
Nadie que me diga si vives aún...
¿Dónde estás, para decirte
que hoy he vuelto arrepentido a buscar tu amor?

Ya me alejo de tu casa
y me voy ya ni sé donde...
Sin querer te digo adiós
y hasta el eco de tu voz
de la nada me responde.
En la cruz de tu candado
por tu pena yo he rezado
y ha rodado en tu portón
una lágrima hecha flor
de mi pobre corazón.

Si recién llegaste a este blog y querés saber que conté sobre el domingo pasado, hacé click acá.

jueves, 10 de junio de 2010

Arte callejero

Salí a caminar por Gaspar Campos y miren lo que encontré.






Abi dice que cuando era chica viajaba en uno de estos con otros muchos chicos desde la escuela hasta su casa.






Claro, no estaba así pintado, pero... ¿No serán esas manitos signo de esos chicos todos juntos peleando y jugando en el asiento de atrás?

Sin sujeción

Hubo fumigación y me escapé como rata por tirante. Bajé por el balcón y caí en el cochecito de Ottito llevado por Abi. Entramos en una casa de ropa de surf/playa/skate que hay sobre Azcuénaga. Abi empezó a mirar los percheros pasando prenda por prenda, mirando precio por precio.

Entra un señor grandote canoso y panzón de unos 45/50 años y le pregunta al vendedor si tiene cinturones como para él. Le explica que está en una emergencia porque se le rompió el que tenía y no sabe donde comprar otro por ahí. Obviamente no era del barrio, estaría trabajando o de paso, quien sabe.

Aclaro: El vendedor es el que esperan ver en una casa de este tipo: jóven, simpático, dinámico, algo que nos recuerde a un locutor de la 101.5. El señor, de esos hombres peludos que usan el pantalón abajo (bien abajo) de la panza.

El vendedor le muestra un cinturón como de lona (azul). El hombre dice que el tamaño está bien, pero (parece que no le gusta mucho) pregunta si es el único que tiene.  El vendedor le explica que si, entonces lo mira unos segundos y le pregunta cuanto sale. "Treinta y cinco pesos", dice el vendedor.

"¿No me ayudás a pasarlo?" Pregunta el señor grandote peludo con jean tiro bajo casi mostrando la raya. El vendedor (no sin asombro) le dice que si y le va pasando el cinturón, precilla por precilla. Cuando termina, intentan cerrarlo y queda muy justo.

El vendedor chequea el recorrido del cinturón, ve que está girado (claro, lo pasó tan rápido) y le explica al señor (que se la pasa dando explicaciones de esta compra urgente que tiene que hacer) que seguro cuando lo acomode y lo pase correctamente va a cerrarle bien.

El hombre grandote peludo paga y va saliendo con el cinturón girado atrás y abierto adelante. Entonces el vendedor (¿conmovido?) le pregunta si quiere que se lo acomode. El hombre dice "si, gracias" y ahí está entonces de vuelta el vendedor en la cintura del otro.

El comprador (ya sin explicaciones) quedó en silencio. Mientras el vendedor trabaja con las precillas hace un comentario al pasar (supongo para romper el silencio): "Se quedó sin sujeción", dice. Y ahí el hombre responde y vuelven a hablar de urgencias y contratiempos.

miércoles, 9 de junio de 2010

Sólo ruidos

Ayer. Dos de la mañana. Yo dormía en mi maceta y me despertó un ruido de vidrios rotos seguido de más ruido de vidrios rotos. Para terminar, un grito: "Ladrones".

Abi se levantó y cerró la persiana del living.

Por mi parte, no pude ver de dónde gritaron, ni ventanas arruinadas ni restos de vidrio. No pude ver nada. Eso fue lo peor.

domingo, 6 de junio de 2010

El pianista no está solo

Esta mañana, mientras intentaba sacar una buena foto a una pelea que estaba por ocurrir por un auto mal estacionado, escucho, además del pianito de los domingos, una voz que lo acompaña.

Miro hacia el Café de París y veo un hombre que canta sentado desde su mesa. Canta un tango que no puedo reconocer. Lo busco y lo busco en mi memoria de enano y aunque me gustaría poner acá alguna parte de la letra, no puedo acordarme.

Cuando termina lo aplauden el pianista, la moza y otros que como él se sentaron a tomar un café.

Después le explica al pianista que no puede seguir cantando porque está algo mal de la garganta, ojea la carta y finalmente pide un cortado en jarrito.

viernes, 4 de junio de 2010

¡Los enanos de Blanca Nieves están en Vicente López!

Vicente López es enanofriendly, claro. Estos jardines suntuosos y también estos pequeños jardines bien cuidados. A mucho jardín, mucho enano.

Ahora bien, nunca imaginé encontrarme con los enanos de Blanca Nieves. ¿Cambiaron su pequeña casa en el bosque por esta gran casa blanca cerca de la ciudad, del río, del tren? ¿Habrán resignado su vida medieval para trabajar por un sueldo fijo y seguro médico?

Véanlo en las fotos que siguen. Hay cuatro enanos apostados como vigilantes en distintos niveles de cemento de una casa blanca. ¿Estarán los otros tres en el fondo? ¿Estarán trabajando en alguna empresa de seguridad?

Y claro, como no podía ser de otra manera, están justo en esa casa en donde una vez, a unos chicos no les avisaron que la puerta negra estaba recién pintada (hagan click acá para ver lo que dije sobre esa puerta recién pintada).


¡No me extraña!

El que está arriba del tanque es "Mudito", el de abajo, puede que sea Sabiondo.

 ¡Y estos dos creo que son Feliz y Cascarrabias!

jueves, 3 de junio de 2010

Más sobre OC

OC solía vivir con una mujer de su edad (alrededor de 50) que no era la madre de su hija. Su vecina contigua contaba que se gritaban y se gritaban y escuchaba todo perfecto por la medianera de la cocina.

La mujer era pelirroja. Tenía un pelo tan perfecto que parecía el de una muñeca. Flequillo, ondas en las puntas, brillo en todo el pelo. Siempre la veía con un piloto marrón claro (aunque no lloviera). Siempre con gesto oscuro en la mirada. Salía temprano y volvía tarde.

Una vez que vio a la administradora por los pasillos, le pidió por favor que obligara a OC a dejar entrar a los fumigadores. Dijo que había tantos bichos y que ella ya no podía vivir en ese desorden. Le dijo "venga, pase, mire. ¿A usted le parece que yo tengo que vivir en semejante mugre?"

Quienes vieron la puerta del departamento de OC abrirse para los ojos de la administradora, comentaron acá abajo en la entrada (pensando que nadie escuchaba, claro), que a medida que se ampliaba el ángulo de apertura, se ampliaba la posibilidad de ver desorden y suciedad a tal punto que era difícil entender como alguien podía vivir allí.

Poco después la pelirroja desapareció y también los gritos entre ellos.

miércoles, 2 de junio de 2010

OC, un vecino


OC es un señor pelado con barba canosa y mirada extraña. Habla poco, rápido y apenas abre la boca. No se bien como salen los sonidos de esa boca.

La primera vez que lo vi, yo estaba en una maceta en el living, con una planta de interior de hojas grandes (que horror, un enano de jardín en un living, locuras de Abi y Sereno).

Varios vecinos se habían citado en este departamento por un tema de consorcio. Algunos ya habían llegado cuando sonó el timbre. Abi abrió la puerta y entró OC mirando a las paredes como si fueran el horizonte. Dió apenas unos pasos y se quedó quieto. "Yo vivía en este departamento cuando era chico. Mis hermanos y yo dormíamos en esa habitación", dijo mientras señalaba la actual habitación de Ottito.

En eso, se arrodilla (una rodilla en el piso la otra no) y mira hacia arriba. Silencio. Parecía ser parte de otra realidad. "Acá estaba parado yo cuando a los 9 años mi padre me dio por primera vez un arma", dijo. Más silencio.

Enseguida se paró, saludó a los presentes y comenzaron todos a analizar los números del consorcio en los últimos meses.

Sobre qué hacer con las ratas, dijo que entiende que el consorcio quiera llamar a un exterminador, pero que para él no son un problema porque cuando las ve en el aireyluz les tira con aire comprimido desde la ventana.
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