Aquí está: El detalle de la corneta.
miércoles, 25 de agosto de 2010
lunes, 23 de agosto de 2010
Más arte sobre ruedas
lunes, 16 de agosto de 2010
La Rusa
![]() |
He aquí la Rusa. |
Parada acá abajo de mi balcón, cuello hacia arriba, gorro andino de lana, piloto beije a cuadros (aunque no llueve) y abajo alguna ropa hippie-hippie (no hippie-chic, hippie-hippie).
Tendrá cerca de 40 años, es (como imaginarán) blanquecina y rubicunda y sus ojos (si bien no verdes, ni celestes) son claros. No imaginen a Sharapova, es mas bien baja y de facciones duras. Imaginen algún que otro lunar.
Por épocas está y por épocas se va y se instala allí un pequeño estudio jurídico. Cuando está, el aireyluz se llena de risas y llantos y no ha faltado ocasión en que los pasillos hayan tenido globos o alguna otra decoración (su segunda hija nació acá y hubo carteles de bienvenida en diferentes idiomas).
Su marido es argentino, flaco, alto, pelado de pelo largo blanco con barba muy crecida y canosa. Siempre en jeans y ojotas o franciscanas, bolso andino cruzado. ¿Filósofo? ¿Escritor? ¿Antropólogo? Hasta ahora no he podido averiguarlo.
A las reuniones de consorcio asiste su suegro, que se parece a los de mi club (enanos de jardín), por su boina, su estatura, su panza y su barba de Papá Noel. Pero no, no es siquiera un gnomo. Es un hombre, quizá no uno cualquiera, pero hombre al fin.

La rusa maneja una camioneta vieja que se parece a estas que muestra la foto. Las chicas van atrás (vestidas con estilo hippie-hippie con toques andinos), su marido de acompañante.
Si algo no anda, baja el marido, abre la parte de atrás de la camioneta (en donde está el motor) hace que mira, no sabe qué hacer y (sin que él la llame) baja ella de la camioneta, enseguida mete las manos, cierra, arranca y se van.
Los verduleros le regalan fruta muy madura y ella hace dulces.
En la última reunión de consorcio, su suegro dijo que a ella le molesta el olor a cera que sube por el aireyluz desde el salón de belleza.
domingo, 8 de agosto de 2010
El consorcio se reunió
Gustavo refunfuñó, Abi le gritó, OC golpeó el puño contra la mano dos o tres veces antes de decir "pago yo" y Kika escapó por el ascensor cuando llegó la pizza justo en el momento que Gustavo re-refunfuñaba: "Kika, esto es una locura" y ella lo dejaba sólo caja de cartón caliente en mano, ojos en el rectángulo/mirilla puerta tijera mediante: "Ya se, pero me tengo que ir".
Después de amenazar con demandas varias, también Gustavo se fue. No sin antes pedir un recibo por pago de expensas que nunca abonó. Ocurrencias de gnomos resentidos.
martes, 3 de agosto de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)