viernes, 18 de junio de 2010

Gustavo, un gnomo peligroso

Veo un gnomo entrar y salir del edificio. No viene seguido. No vive acá, pero de vez en cuando aparece. A veces también se toma algo en el Café de París. A veces compra algo en la farmacia. Pasea.

Actúa como si fuera una persona, parece una persona (o casi) pero es un gnomo resentido. Un peligro. Arma unos líos tremendos y nadie entiende porqué pasan esos accidentes que (yo sé) él causa.

Se mete en los departamentos y cambia de hora los relojes, o cambia cosas importantes de lugar, como por ejemplo los jabones o la pasta de dientes. Pero el sótano es su lugar preferido, desenchufa cables de los medidores y los enchufa en otro lugar y a Kika le llega una cuenta de luz que ni les cuento (por ejemplo). Otra vez hizo que se prendiera fuego el medidor de luz de La Bola de Oro. Arruinó un par de otros medidores y casi se queman todos los del edificio.

No parece divertirse. Todo lo hace con seriedad y porque sí (no porque le guste, sino porque no puede evitarlo). Parece tenér una sóla meta: molestar. Debe ser que se siente menos que el resto.

Claro, es petiso.

2 comentarios:

  1. Parece, de guiarnos por la recurrencia de esos pequeños e inexplicables "accidentes", que todos tenemos un gnomo Gustavo cerca. Sin ir más lejos, ayer me cambió las pastillas.

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  2. No seas reduccionista Anónimo. Este no es un gnomo travieso cualquiera. Hablo de un gnomo resentido que se hace pasar por persona. Pensalo Anónimo. No es cuestión de cambiar las pastillas nomás.

    Saludos

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